¡Vivir
el Encuentro!
Evelina
Kloster.
Nadia
Bilat
Desde
el primer momento, el encuentro con personas de lugares distintos de nuestra
Argentina y del mundo, comenzó a maravillarnos. Conocer una a una sus historias
de lucha por la dignidad, hacia que las distancias desaparezcan y nuestros
caminos se empalmen.
Con muchos de ellos tuvimos tiempo de conversar y
compartir nuestras historias, pero con tantos otros que no, que solo pudimos
cruzar en un pasillo, en una calle, en una mesa, bastó una mirada, un gesto,
una sonrisa, para sentir la unidad. “La ansiedad de estar cerca de Francisco
fue colmada de rostros, de nombres, de historias, que superaron todas y cada
una de mis expectativas.” (Nadia)
Esa idea de la unidad latinoamericana que con tanta
fuerza y convicción sostuvimos desde siempre en todas nuestras actividades,
empezaba a llenarse de realidad.
Entrando al salón donde viviríamos los tres días de
encuentro, “el sonar de “Latinoamérica” de “Calle 13” hizo que el corazón latiera
más fuerte, que la emoción se exprese a través de un conjunto de lágrimas que
brotaron desde mis ojos... Cuantas sensaciones juntas, cuanta historia, lucha y
sentimientos que se transmitieron...simplemente todo ese momento se resume a
una frase de la canción que dice “Vamos caminando, aquí
se respira lucha... Vamos caminando, aquí estamos de pie. Que viva la
América!!!” (Evelina)
En
esta intención de encontrarnos con nuestros hermanos, también hubo lugar para
el fútbol que permitió compartir momentos muy gratos durante el encuentro. ¡que seria de la vida sin fútbol!, con un picadito por noche
nos fuimos conociendo con distintos compañeros y compañeras de nuestra querida
Latinoamérica.
Durante
los tres días fuimos disfrutando de los paneles que claramente tenían que ver
con Tierra, Techo y Trabajo. Las experiencias de los compañeros de las
distintas organizaciones hicieron que la piel se erice una vez mas.
Durante
el trabajo en comisiones pudimos compartir nuestras experiencias que nos
demostraron que a pesar de las distancias y las diferencias culturales,
sociales y políticas, compartimos las problemáticas y los sueños que como
pueblo tenemos en relación a estos tres derechos humanos fundamentales.
Y para terminar, o para terminar este comienzo,
Francisco.
“Estar ahí, frente al Papa y todos esos dirigentes,
dignos de admiración, era un momento que aunque no entendiera del todo, sentía
que sería uno de los más importantes de mi vida y claramente esto tenía que ver
con mi vocación y con la misión que juntos podríamos abrazar ese día.
Alguna vez, cuando apenas podía razonar por mi
corta edad, sentí que el dolor de los pobres me dolía tanto que no podría ser
feliz si ellos no lo eran. Eso me llevó a encontrar mi vocación en el servicio,
que me condujo a trabajar social y políticamente. Y escuchar a Francisco
sostener con tanta fuerza y radicalidad su sueño, que es igual al mío y al de
tantos hombres y mujeres en el mundo, es por lo menos extraordinario.” (Nadia)
Al
medio día, el pedacito de pueblo presente tomo las calles de Santa Cruz de la
Sierra para adueñarse de las mismas aunque sea por unas horas y contagiar de
lucha a todos los habitantes de la ciudad y de Bolivia a través de las cámaras
que tenían los canales de Televisión y los fotógrafos de los distintos diarios.
Los
cánticos de “Mar para Bolivia, Malvinas Argentinas”... “Sin poder popular, no hay
justicia social” sonaban como una sola garganta muy
poderosa...los militantes levantaban las banderas de sus organizaciones y de
sus países en lo que tenía mucho clima de fiesta.
En
las palabras del Papa hubo un contenido muy profundo del pueblo
latinoamericano, de sus necesidades, de sus padecimientos y de su religiosidad
como también de su militancia y lucha diaria.
“Fue quizás el discurso más
hermoso que he escuchado, con una interpelación directa al corazón de cada una
de las personas que estábamos presentes provocando un llanto en muchas cuando
reafirmo que los movimientos populares no deben achicarse a la hora de proponer
un cambio social y de que son los encargados por ser simplemente poetas
sociales y contener una solidaridad que es un modo de hacer historia. Ese
viento de esperanza de que otro mundo es posible abrazo a mi corazón... ese
viento calmo la sed con la que partí, calmo la desesperanza que muchas veces
nos transmiten haciéndonos creer que no podemos cambiar nada, avivo la ilusión
y más que la ilusión...me demostró, nos demostró a todas las personas que
estábamos ahí cuán importante es creer en que todos juntos podemos. Si juntos
nos proponemos un cambio que tenga como objetivo una economía al servicio de los
pueblos, la paz de los pueblos y el cuidado de la madre tierra podemos
lograrlo, podemos hacerlo!!!” (Evelina)
Sobre sus palabras podríamos escribir horas, ya que
cada una de ellas es parte de una concepción sobre el mundo que admite un
análisis minucioso para comprender de dónde venimos y hacia dónde vamos como
humanidad.
Denunció con énfasis las mismas o más cosas que los pueblos
denunciaron durante los tres días de encuentro.
Demandó los cambios que con dolor habían sido reclamados por nuestros
hermanos. Pero fue más allá una vez más, y nos propuso un camino muy concreto
por donde transitar el cambio y unas cuantas claves para hacerlo, destacando
una que no defrauda nunca, la Esperanza.
Como no podía ser de otra manera, Francisco volvió
a tocar miles de corazones, corazones militantes, corazones comprometidos con
el bien común y la justicia social, pero muchos de ellos quizás un tanto
enojados o alejados de Dios por cuestiones de mundo. Fue maravilloso ver y oír
a quienes una hora antes recibían al Papa con cierto cariño pero también con
desconfianza y distancia, totalmente emocionados y anunciando con alegría que “el
Papa nos corrió por izquierda”, derribando aquel prejuicio de que solo nos
propone “cambiar algo para que nada cambie”.
Lo que hasta ahora puedo comprender de aquello que
Francisco nos dijo esa tarde, a nosotros y al mundo, es como mínimo algo
parecido a un vendaval de esperanza, y sí, de esa misma que no defrauda.
(Nadia)
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