miércoles, 17 de febrero de 2016

Adolfo “el Cura de la bicicleta” y “La Cofradía del Negro Manuel”

“La Franja”

¿Quién es Adolfo?

El es cura de la Villa.El que en lugar de tener una capilla tiene una bicicleta.



      
         Una de nuestras intenciones es mostrar los personajes destacados que habitan en la franja. Con los antecedentes del copete, que sin dudas llamaron nuestra atención, nos propusimos conversar con Adolfo y lo ubicamos en la capilla del Rosario, del barrio Costa Esperanza, pero este fue sólo un lugar para conversar, dado que Adolfo no tiene una residencia fija para ejercer su ministerio, da Misa en las esquinas, en una institución, donde sea necesario… Si viene una familia de bolivianos que trabaja en el mercado hasta las 11 de la noche y quieren celebrar una Misa en recuerdo del abuelo que falleció hace un mes, ¿qué les digo, que vengan a la capilla a Misa de 7? No, celebro  con ellos a las 11. Además acá en la Villa se aprende de todo, desde sepultar a los muertos, hablar con la policía, hasta cocinar, nos dice. Lo ayudan algunos laicos, entre otros su madre, que -viviendo en Capital-  lo acompaña los domingos.



            Adolfo Benassi, de 43 años, entró al seminario a los 18 y se ordenó a los 26 y se propuso trabajar con los pobres, compartiendo la vida y aprendiendo de ellos, con espíritu misionero y sin límites. Así trata de descubrir lo que hace el pueblo, valorando sus tradiciones y proponiéndose “estar” con el pueblo, “pues Dios obra en el pueblo y este se evangeliza sí mismo”.
Ya como seminarista trabajó en las villas y cuando se ordenó, hace 18 años, fue a la parroquia del cura Rodolfo Ricciardelli, un verdadero paradigma. Nos atrevemos a decir que se formó en la mejor escuela de los curas villeros: Santa María Madre del Pueblo.
Ricciardelli, (Richard para los amigos) falleció el 13/7/08, a los 69 años, de un cáncer de médula. Fue uno de los fundadores del Movimiento de Curas para el Tercer Mundo, participó de la vuelta definitiva de Juan Perón del exilio y peleó duramente y casi en soledad contra los desalojos ordenados por la dictadura en el Bajo Flores.
Cuando falleció, el cura Pepe Di Paola, lo recordó diciendo: "Su fe, su fuerza, lo hizo durar mucho más y hasta último momento estuvo con nosotros, los curas villeros. Nos deja su cristianismo popular, el amor al pueblo y además un rayo de santidad".
Richard vivió hasta los últimos instantes fiel a su tarea y a pesar de las dificultades producto de su salud, siguió involucrado con los villeros, a tal punto que pocos días antes de su muerte estuvo en la capilla de Itatí y firmó la carta contra el plebiscito sobre las Villas que proyectaba M. Macri entonces Jefe de Gobierno. El documento se manifestaba contra la “erradicación” y favor de la "integración urbana”, señalando, que “es fundamental poner el oído en el corazón del villero para que las posibles soluciones no provengan de técnicos que ignoran la realidad y que en lugar de mejorarla la empeoran".
"Ante el planteo de urbanización –que preferimos al de erradicación, la cual nos recuerda las topadoras- nos preguntamos qué significa. Porque si urbanización es que la cultura porteña invada con su vanidad la cultura villera, pensando que progreso es darles a los villeros todo lo que necesiten para ser una `sociedad civilizada`, no estamos de acuerdo".

             El documento lleva las firmas de Ricciardelli, Benassi, Di Paola y todo el Equipo de Curas Villeros que dependía del entonces arzobispo Bergoglio.
Adolfo, al tiempo que cuenta que uno de los “requisitos” que acordó con el obispo hace 6 años es no estar a cargo de una parroquia, recuerda la historia junto a Ricciardelli de esta manera:
Adolfo Benassi: La primera parroquia propiamente villera, que cumplió 40 años, fue Santa María Madre del Pueblo, en la que estaba Vernazza  (se refiere a Jorge Vernazza, conocido como “el cura de los pobres”). Después Vernazza siguió trabajando durante muchos años pero no vivió ahí, iba y venía por su salud, la que de hecho lo llevó a la tumba. Pero Ricciardelli, que estaba todo el tiempo, tampoco quería que hubiera una parroquia. Pero a fin del año 75, el Card. Aramburu, que veía venir toda la maroma que llegaría después, vio la necesidad de hacerla parroquia para que los militares no tuvieran tanta facilidad de erradicarlos, porque al ser una parroquia, está en un territorio, el templo, hay un párroco y ya la cosa se les complica. De hecho no pudieron sacarlos, se erradicó casi toda la villa y quedó la parroquia, la guardería, el comedor y permanecieron unas 15 familias y el padre Ricciardelli firme al lado de la gente. Lo gracioso que contaba Ricciardelli es que en esos años, en que prácticamente no había villa, fueron los de más tarea, porque venían los villeros echados de todos lados,  pues era un punto de referencia, venían los bolivianos a hacer sus fiestas, a bautizar a los chicos, a casarse.

LH: ¿Está en la que era la Avenida “Del Justicialismo”, que en la dictadura se la bautizó como Perito Moreno, en frente de la cancha actual de San Lorenzo?

A.B.: Sí, ahí estuvo Ricciardelli. Ahí trabajaban Yorio, Jalics, Vernazza.

LH: ¿Te referís a Orlando Yorio y Francisco Jalics que fueron los curas “chupados” durante la dictadura y que algún infame quiso acusar a Bergoglio de haberlos entregado?

A.B.: Pero no es cierto, no es cierto. Estando con Ricciardelli me consta porque él me contó un montón de veces cómo fue y también la gente mayor del barrio que aún vive y que trabajó con él.
L.H.: Yo te puedo asegurar que Bergoglio hizo cosas difíciles de digerir para salvarlos…
A.B.: A veces hay que hacer cosas intragables. Richard siempre contaba que uno de los peores momentos  de su vida sacerdotal, antes de dedicarse de pleno a la villa,  tuvo que pagar derecho de piso y lo mandaron con su tío, que era cura en Santa Elena, que es donde van los militares. Dice que una vez le tocó bautizar al nieto del almirante Rojas, se quería morir, “fue el día más feo de mi vida” decía. ¡Peronista a muerte Richard y tener que bautizar al nieto de Rojas!

LH: ¿En qué año te ordenaste?

A.B.: En el año 98, primera ordenación con Bergoglio como arzobispo de Bs As, muere Quarracino en febrero del 98 y en marzo me ordena de diácono y en  octubre de sacerdote.

LH: ¿Vos de entrada fuiste a la villa o a otro lado?

A.B.: De seminarista estuve en varias parroquias, en el barrio Piedra Buena, trabajando en los monoblocks y en la Villa 17-Pirelli que ya prácticamente no existe, quedaron varias familias en unas diez casas, a las que sigo vinculado yendo una vez al mes a celebrar Misa con la comunidad boliviana sobretodo. Ahí tuve mi primera fiesta grande de la Virgen de Copacabana que ahora prácticamente es una de las cosas a las que más me dedico, pues aquí hay una comunidad importante y el 5 de agosto es la fiesta de la independencia de Bolivia y el 6 la celebración de la Virgen, por lo que se festeja todo junto.





Adolfo y sus programas
El padre Adolfo no desaprovecha los instrumentos que tiene a mano, como por ejemplos las radios FM. Tiene dos programas, “Encontrándonos” en radio 91,9, FM Remo, del Barrio Libertador, los martes de 20 a 21 hs., y en FM 100.1, Añoranzas, del Barrio UTA, los jueves de 14 a 15, “Peregrino de la Esperanza” (que es el título de un chamamé). Pasamos chamamé –nos dice- pues la música folclórica argentina trasmite valores cristianos, sobre todo algunos conjuntos, como por ejemplo “Los  de Imagüaré”. 



L H: Vayamos a Costa Esperanza y alrededores. ¿Cuándo empezó tu tarea? Pues antes estaban los franciscanos…

A B: Lo primero es reconocer a aquellos que han trabajado aquí, en realidad no han sido los franciscanos, lo digo para darle el lugar que corresponde a los que trabajaron acá muchos años. Si hay que poner un nombre -entre muchos-  es el padre Rolando Roiatti, que ahora está en Ciudadela en el Instituto Elizalde, que fue muchos años párroco de Luján del Buen Viaje. Acá hubo un trabajo fuertísimo desde que empezó el barrio en el 98. Un trabajo que, hasta que llegué, fue más bien de tinte social: comedor, psicólogos, médicos, apoyo escolar, talleres, becas para los chicos en las escuelas. De todo hubo, muy bien trabajado desde Cáritas. Cuando llegué se agregó una parte que se podría decir más apuntada a lo religioso, que -aunque las dos cosas van unidas- es un poco más a lo que me dedico, pues para hacer lo otro hacen falta recursos y ahora no los tenemos tanto como antes, sobre todo el padre Rolando es italiano y venía plata de allá. Hoy el comedor se trasladó a otra capilla en la que hace muchísimos años que están las monjas, otras a las que hay que valorarles su trabajo, primero estuvieron las hermanas del Espíritu Santo que hicieron un trabajo grandísimo en la zona y desde hace 6,7 años, están las de la Presentación de la Virgen Niña, con la hermana Rocío a la cabeza, que es un fierro, está grande pero se mantiene y han hecho un trabajo muy valioso en Loma Hermosa y que es importante que se conozca. Y hubo otros grupos, porque es importante hacer memoria, porque si no parece que el mundo empieza y termina con uno y hubo mucha gentesque trabajó mucho y que dio la vida. Me han contado los vecinos que incluso al padre Rolando lo golpearon por defenderlos y la pasó mal.

LH: ¿La parroquia Del Buen Viaje es la que está en la ruta 8?

A.B.: Efectivamente, nosotros pertenecemos a esa parroquia, si bien yo me muevo con mucha libertad gracias a la generosidad del obispo y de los curas de la zona, porque cuando llegue pedí no ser párroco, entonces arreglé con el obispo, le dije “canónicamente, ¿qué es lo que menos existe?” Porque no se puede estar en el aire, existe una figura graciosa en el Código de Derecho Canónico que no permite “los clérigos vagos”, vagos en el sentido que no tienen un domicilio, entonces me nombró capellán. Yo soy capellán externo, o sea que no tengo residencia en la parroquia del Luján del Buen Viaje y lo mismo de la Inmaculada de Suarez, lo cual me da todos los atributos como si fuera un vicario parroquial, puedo casar, bautizar, celebrar Misa, sin estar pidiendo permiso, trabajando en cierta consonancia con los párrocos, pero no me obliga a estar en un lugar fijo, me muevo con mucha libertad. Dada las características de la zona tampoco recibo ayuda económica de ningún tipo, aunque sería lo correcto. Pero al contrario, nosotros tratamos de colaborar con lo que podemos.

L.H.: Dos preguntas, ¿De dónde sale el nombre de Costa Esperanza y cuántos habitantes tiene?

A.B.: El padre Rolando quería llamar al barrio Nueva Esperanza, pero en ese momento había una novela en la TV que hablaba de Costa Esperanza y entonces entre la idea original y como una cargada, terminó con ese nombre, estamos rodeados por agua, pero no es una playa (risas). Con relación a la cantidad de gente que vive  ¡Sólo Dios lo sabe! Se habla de 3.000 familias, unas 13.000 personas, lo que creo  está bastante cerca de la realidad. Son hombres y mujeres trabajadores, que anhelan que esto se urbanice. Ustedes hablaban de lo bueno que sería que los profesionales vinieran a colaborar, eso sería bienvenido, si pudiéramos sentarnos y hablar de cómo regularizar la tenencia de la tierra, normalizar el tema de la luz, la gente quiere pagar, pero Edenor no quiere. Los vecinos quieren arreglar el tema del agua,  aparentemente es una cuestión de AYSA y el intendente no puede hacer nada, el tema de la basura es muy importante, pero para eso hace falta ayuda técnica y del Estado, la gente no puede hacer zanjeo pues no tiene máquinas, el tema de las inundaciones es fundamental, porque acá caen dos gotas y se inunda todo. Sería muy bueno hacer un plan entre todos, pero no como en la Capital que hablaban de urbanizar y para ellos eso era sacar todo y en el mejor de los casos mandar a la gente a monoblocks que son un desastre desde lo edilicio y desde lo social. En un edificio viven 200 familias, si tenes uno que “chorea” arruina a todos, no pueden vivir, no funcionan las luces, los roban a ellos, no pueden recibir a una visita. La gente extraña cuando vivían en la villa, dicen “allá había aire y nos conocíamos con los vecinos”, pues juntan gente de cualquier lado y las mandan a un mismo edificio, tengamos en cuenta que mucha gente no se va de la villa por el cariño que le tiene a los vecinos.

L.H.: ¿Cómo tiene que seguir la Iglesia el trabajo en estos barrios?

A.B.: Yo no soy quién para decir, para eso están los obispos, los teólogos, pero creo que hay que escuchar a la gente, caminar junto a ellos, estar convencido de que el pueblo es Iglesia y por lo tanto debe construir su propia historia como Iglesia.
Los tres pilares de la Teología y de la Pastoral Popular, que lamentablemente algunos son discutidos y combatidos (desde adentro y desde afuera) son: La Virgen, el Bautismo, masivo, simple, popular como fue la evangelización de América (el bautismo de los pobres) y el culto o respeto de los difuntos. Acá en Bs As hay algunos problemas, muchos no se dan cuenta la fuerza que tiene la presencia de la Virgen en el proceso de evangelización, lo mismo pasa con las misas de los difuntos, las costumbres en el interior y en los países vecinos son distintas, no se puede decirle a la gente que recuerde a sus deudos en la Misa comunitaria dominical.
En este momento lo vienen a buscar, tiene un compromiso, es una celebración en una esquina. Nos saluda con afecto, toma su bicicleta y se va a ejercer su ministerio en la Iglesia (no en el templo), porque el pueblo es Iglesia.

Leopoldo Hernández y equipo
leopoldohernandez.sm@gmail.com



“La Cofradía del Negro Manuel” 
En la zona se habla de una organización de vagos alentada por Adolfo, denominada “La Cofradía del Negro Manuel” (el esclavo que siempre acompañó la imagen de la Virgen de Lujan). Cuando le preguntamos se ríe y nos dice que esas cosas son algunas de las genialidades de Rafael Tello, sacerdote y teólogo argentino que se refugió en Luján  y entre otras cosas trabajó organizando a los vagos y a los linyeras. Tello además fue el impulsor de las peregrinaciones juveniles a Lujan y nos cuenta que tenía –entre otras- como preocupación formar cuadros católicos que sean de barrios pobres y que vengan de cultura popular y no tengan todos “los rollos clericales”. Así fue como empezó a juntar a los vagos y hoy en Lujan se hacen los encuentros de los vagos y de los linyeras. Nos cuenta que la primera experiencia grande fue la marcha caminando con la Virgen de Lujan a Mendoza para el Congreso Mariano del 80, cuando llegan no los dejan pasar, estaban todos sucios, con cara medio de chorros y alguien que los conocía los vio, los hizo pasar y fueron a ubicarse al lado del enviado papal y allí los muchachos sintieron que tocaban el cielo. Ellos han recorrido toda América llevando la Virgen.
Nos dice que no se busca que los vagos cambien. Si la Virgen quiere, ella los va cambiar. Algunos son borrachines, otros estuvieron en la cárcel, la Virgen los evangeliza. Destaca que detrás de todo esto estaba Tello y “la teología popular argentina”, que ahora se ve reflejada en muchos pensamientos del papa Francisco. Esto no es la teología de la liberación (que en muchos casos estaba alejada de la realidad), esto es una cosa bien popular y original.
Otra distinta en la educación para pocos -nos dice- estar bien educados no es garantía de ser una buena persona. De hecho muchos de los grandes atorrantes que tenemos en la economía, en los juzgados y en la política, son ex alumnos de la Universidad Católica.

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